En las últimas décadas, por lo menos cuatro, hemos visto a lo largo y ancho de América cómo los pueblos indígenas desafían a sus respectivos Estados demandando, primero ser reconocidos como sujetos vivos, y en consecuencia, reconocer que por sus características culturales y socio-políticas necesitan ser sujetos con derechos colectivos. Así, las leyes basadas en la visión liberal de los derechos individuales resultan insuficientes, los indígenas son configuraciones colectivas, con características específicas y que en todos los casos, en nuestro continente, han estado subordinados a grupos ajenos a ellos.

Las demandas de los pueblos indígenas han ido en diversas direcciones, entre las cuales se han resaltado por su relevancia: el derecho a la libre determinación, el derecho a sus territorios, el derecho a comunicarse a través de sus propias lenguas, el derecho que perduren sus riquezas culturales, derechos políticos como la representación y la participación en las instancias legislativas y de gobierno locales y nacionales, y, el que aquí nos ocupa, el derecho a la educación.

La educación para los pueblos indígenas actualmente no puede ser abordada, y de hecho no lo es ya, únicamente desde la educación general que se imparte a toda la población de los países latinoamericanos. Cada día cobra más fuerza la idea de que los pueblos indígenas necesitan para sí una educación que responda a sus características particulares, pero que a la vez les permita su plena participación en la vida nacional. Los indígenas se han configurado pues, como sujetos poseedores de derechos colectivos, de los cuales la educación es un motor sin el cual no puede podrían las sociedades avanzar hacia el pluralismo cultural y el respeto a la diversidad. En consecuencia, Latinoamérica ha sido testigo de la ola de transformaciones y reformas educativas que a partir de la década de los noventa reconocen de diversas maneras la composición pluricultural y multinacional de los Estados de la región, a la vez que han enfatizado el aspecto plurilingüistico (Walsh, 2006).

Dadas estas circunstancias, los Estados nacionales y los pueblos indígenas de América deben aún responder a la interrogante de ¿qué tipo de educación necesitan los pueblos indígenas? Evidentemente si los gobiernos, o sus instancias, responden por si solos y sin considerar las voces de los indígenas, el tipo de educación que brinden no puede ser sino una imposición, y por decir lo menos, reproduciría la exclusión de la que han sido objeto los indígenas con respecto a las sociedades blancas y mestizas. Por otro lado, si los indígenas responden por si mismos a esta interrogantes, si avanzan sin el reconocimiento gubernamental, corren el riesgo de que el Estado omita sus obligaciones como sujeto responsable de brindar los recursos y facilidades necesarias para que todas las personas reciban educación. De igual forma, es posible que la educación que imparten no sea reconocida ni aceptada por el Estado ni por otros sectores sociales, lo que contribuiría nuevamente a la exclusión, e incluso a la represión.

Así pues, la interrogante arriba planteada no tiene una respuesta sencilla ni teórica, ni empíricamente, por lo que los Estados con población indígena y los propios pueblos indígenas han experimentado y aplicado diversas modalidades de educación dirigidas hacia los indígenas. No existe una forma de educación que pueda aplicarse a todos los pueblos indígenas. Las enseñanzas que reciban los indígenas deben partir del reconocimiento y respeto de cada cultura, de cada región, de cada pueblo y de cada Estado. Debe ser producto del dialogo y de la aceptación de que existe una amplia diversidad de saberes y cosmovisiones.

Por lo hasta aquí expresado, en este trabajo abordamos en principio el tema de la etnoeducación desde el significado mismo del término, se revisa después cómo es entendida y aplicada en México, para finalmente tratar de entender cómo viven los indígenas de Michoacán la educación de que son destinatarios. La experiencia de los indígenas resulta de vital trascendencia para comprender si realmente la educación que reciben responde a su contexto, si sus expresiones culturales tienen cabida en los modelos educativos vigentes en el país y, particularmente en esta entidad.



UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL
UNIVERSIDAD INTERCULTURAL INDÍGENA DE MICHOACÁN

La etnoeducación y la narrativa pedagógica.
Miradas desde los pueblos indígenas de Michoacán.


Daisy Azucena Magaña Mejía
Vicente González Hidalgo

Investigación académica. 54 páginas, archivo en formato de Microsoft Word. 646KB tamaño. Descargue el documento adjunto desde el siguiente enlace:

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