Ceremonia Encendido Fuego Nuevo en Ueámuo 2025
28 de enero de 2025
Por: Benjamín Lucas Juárez.
El turismo alentado por los gobiernos en turno no es un fenómeno nuevo, desde mediados siglos pasados ya se promovía a Janitzio como un destino para conocer la “original” velación en la “Noche de muertos”.
Durante varias décadas la promoción anual únicamente se orientaba a tres o cuatro comunidades de la rivera del lago de Pátzcuaro y sus islas. Pero en los últimos tiempos, y alentado por las declaratorias de la UNESCO para Las fiestas indígenas dedicadas a los muertos y otros elementos michoacanos inscritos como La Pirekwa y la Cocina tradicional, se ha desatado un proceso de turistificación, entendida como el impacto negativo que tiene la masificación del turismo.
Aunado a esto los procesos de Patrimonialización que en sus orígenes declarativos pretenden salvaguardar el elemento inscrito con medidas que permitan su continuidad y lo protejan de riesgos, lo cierto es que sido utilizados por los gobiernos y sus estados como una marca comercial que permite visibilizar los elementos culturales reconocidos y convertirlos en mercancía vendible “productos turísticos” les llaman.
Así las cosas, en Michoacán se realiza una campaña de grandes dimensiones para invitar al turismo a “vivir la tradición”, el ritual de ofrenda y espera de las ánimas se ofrece como un producto a disposición del que guste conocer e invadir los espacios rituales de la comunidad purépecha: el panteón los atrios, sus calles. Y más aún, el turismo masivo invade los espacios domésticos, cientos de turistas llegan a las comunidades y entran a las casas donde tienen lugar momentos trascendentes de convivencia y encuentro de ánimas y su familia terrena, el espacio y la ritualidad se ve violentada y no porque todos los turistas sean irrespetuosos, sino por la enorme cantidad de personas queriendo (cuando no exigiendo) entrar para tomarse una selfie junto a la auténtica y pura tradición.
¿Suplantación cultural?
Mucho se ha hablado y escrito del fenómeno de apropiación cultural, cuando una cultura toma sin su consentimiento diseños de una cultura en desventaja y se la apropia con fines de sacar provecho económico, particularmente en textiles.
Quiero llamar la atención y dar la voz de alerta respecto de un fenómeno que llamaré suplantación cultural, explico: El guía de turistas ahora queriendo “respetar” la tradición y ofrecer al viajero que paga, una experiencia interactiva; al llegar a una comunidad donde se hacen altares y llevan ofrendas a las casas, entrega a cada turista al bajar del autobús, un recipiente barato conteniendo una o dos frutas y les indica que con esa “ofrenda” pueden entrar a las casas y con ello tener “derecho” a que la familia que hace la espera, les ofrezca alimentos. ¡Ojo!, pretenden en masa, suplantar el rol que está perfectamente establecida por el costumbre de cada comunidad. Cada pariente, cada familiar por su relación con él anima que se espera, tiene una actividad y papel en el conjunto de la ceremonia. La ofrenda no vale por lo que contiene, sino por la significación que lleva implícita y difieren los elementos según la comunidad y la comida que se ofrece también tiene una connotación simbólica.
Además los alimentos y bebidas rituales que se obsequian a los parientes y amigos que llevan ofrenda, tienen un propósito, (no es una kermesse, ni la oportunidad para comer gratis), forman parte de la convivencia ceremonial.
La suplantación cultural es pues, asumir artificialmente roles que la comunidad tiene perfectamente regulados por el costumbre y al hacerlo, violenta el desarrollo de los actos rituales reservados para miembros de la comunidad, todo esto alentado por una visión mercantilista del prestador de servicios turísticos, donde se privilegia la satisfacción al turista por encima de la tradición que dicen respetar, pues no solo interfiere sino que la pone en grave riesgo.
La turistificación, cosifica, banaliza, folcloriza y mercantiliza una tradición históricamente construida por el pueblo purépecha, pero además el pueblo que es origen y centro de la tradición, debe padecer la ausencia de políticas públicas que regulen la intromisión masiva del turismo, y estas acciones de suplantación, promovidas por mercaderes del llamado turismo cultural, no porque el turismo sea malo, sino porque así, no hay manera de salvaguardar una tradición y sí se está provocando su muerte, para que en no pocos años festejemos, no la muerte, sino es asesinato premeditado de una tradición.
Noviembre 2019