Hace muchas lunas, más de las que todos podríamos recordar, había otros señores y otros dioses elementales, el agua, el fuego, la tierra y el viento. Esto pasaba no solo en nuestras tierras sino en muchas civilizaciones más. Aquí en nuestro P’urhépecheo la tierra de los P’urhépecha, nuestro elemento más sagrado era el fuego, de él provenía la vida, el alimento, las memorias, el renacimiento del sol. En su representación para el humano fue llamado Curicaveri, Dios solar, de la guerra y el fuego y en su nombre se conquistaron pueblos.
El renacimiento del sol simbolizaba una oportunidad más, un nuevo día, la expansión de nuestros pueblos y el fortalecimiento de nuestra cosmovisión.
Hoy somos un pueblo diverso, con muchas formas de ver el mundo con otros dioses en nuestras plegarias y otros territorios conquistados. Pero en nuestras memorias en nuestros sueños y pensamientos siguen estando los dioses elementales. Los que cuidan los bosques y el agua, la tierra que nos alimenta, el aire que respiramos. Es por eso que encendemos este Fuego Nuevo en Xakuaarhu, nombre antiguo de Santa Clara del Cobre. Para recordarnos quiénes somos y de dónde venimos, pero sobre todo que vamos a dejar en nuestros pasos y sobre nuestras huellas.
Este fuego tiene que iluminar las conciencias de nosotros sobre el renacer que estamos construyendo, la comunidad que estamos creando y las semillas que vamos a plantar. Que sea un fuego avasallador que envíe un mensaje claro: las y los guerreros seguimos de pie y en la defensa de nuestros territorios.
¡Juchari Uinapekua!
Sesi Janoe je iamenduecha. 🔥