Cuando el poderoso Pauacume con su hermano
eran señores del distrito de Tingambato,
subieron por la sierra para admirar el lago
y ahí permanecieron por un extenso rato.

De pronto entre los lirios y verdes espadañas,
surgió una angosta barca que las aguas surcaba
donde una joven erguida, de negras pestañas,
oteaba el horizonte y su padre remaba.

Su nombre era Patzimba natural de Jarácuaro,
una de las bellas islas de aquel lago hermoso,
mientras la contemplaba detrás de verde ecuaro,
el joven en silencio prometió ser su esposo.

Con astucia y talento, él convence al anciano
y para que le ofrezca a su hija en matrimonio
entre los dos resuelven un pacto michoacano
poniendo de testigos a sus viejos demonios.

La linda jovencita, por medio del acuerdo,
abandona la isla y se traslada para el pueblo;
de toda su familia sólo guarda un recuerdo
mientras, se hace mujer y embarnece su cuerpo.

Viéndola tan hermosa como esbelta gacela,
Pauacume se acerca y le habla con dulzura
diciéndole muy quedo que lo único que anhela
es ser el real esposo de tan linda criatura.

Este inmenso cariño siempre se transparenta
por el tono en que pronuncio tu adorado nombre,
relámpagos y rayos de agitada tormenta
se adhieren a mi pecho como ganchos de cobre.

Que soporta en silencio mi pasión escondida,
se agiganta por el brillo de tus lindos ojos.
¡Cumbre del amor puro que ha llegado a mi vida!
Mátame de alegría, con tus castos sonrojos.

Eres bálsamo que alivia todos mis pesares,
un manantial de dichas encuentro en tu mirada,
el tierno eco de tu voz resuena en mis altares
y consuelas a mi alma, aunque sigas callada…

Un encuentro amoroso presiento cuando exclamas:
¡Cómo vivo anhelante del roce de tus manos!,
y al contemplar en éxtasis las flores que tú amas,
tú y yo caminaremos por los mundos lejanos.

Ella muestra sonrojos en su bello semblante
y le agradece todas sus palabras gustosa
uniendo sus dos manos como hacen los amantes
y con un tierno beso promete ser su esposa.

Al igual que se juntan el agua con la tierra
para que reverdezcan los montes y jardines
ellos funden sus almas con el calor que encierra
un amor bendecido por regios paladines.

La unión de tierra y lago quedaba consumada
como era la promesa de Cuerauáperi Diosa
cumpliéndose un augurio desde Cusco dorada
que prometió una tierra feraz y primorosa.

Y de aquella pareja, pasados varios meses
nació Tariacuri, de Michoacán señor.
El fundó el vasto imperio, peleó incontables veces,
conquistando los reinos que tenía en derredor.