Tingambato, Michoacán, 14 de octubre.- La conciencia social sobre la importancia de las lenguas indígenas es uno de los grandes cambios de los últimos años, afirmó el especialista Pedro Márquez Joaquín, quien propuso crear un seminario permanente “pensado y hablado en Purépecha” sobre la cultura e historia de este pueblo. En tanto, el poeta y narrador Domingo Santiago lamentó que el sistema educativo no haya terminado de abrir sus páginas apara recuperar la presencia indígena.

Márquez Joaquín propuso crear el seminario de lengua y Cultura Purépecha y pidió que las universidades Michoacana de San Nicolás de Hidalgo e Intercultural Indígena, así como El Colegio de Michoacán, entre otras instituciones, “cobijen esta iniciativa” que ofreció formalizar en los próximos días.

Estimó que hay pocos espacios para “pensar en Purépecha”, por lo que tal espacio de reflexión llenaría un hueco, ya que “cuesta mucho trabajo publicar libros en nuestra lengua”, dijo, al tiempo de hacer un llamado a usar todos los recursos tecnológicos para seguir difundiendo la lengua.

Aseguró que no hay estudios sobre las variantes del idioma Purépecha, además de contar con pocos lectores y menos escritores, además de que “no nos hemos podido poner de acuerdo sobre un alfabeto único” y por eso los que escriben “hacen un chilaquil”.

Por otro lado, aseveró que nunca se ha evaluado críticamente la educación indígena y sus diferentes modelos ensayados en las últimas décadas, y que hay un claro divorcio del sistema educativo y la necesidad social de reforzar las lenguas, patrimonio de la humanidad.

Al participar en una mesa de reflexión convocada por la Universidad Intercultural Indígena, el también investigador de El Colegio de Michoacán consideró que es necesaria una planeación lingüística para el desarrollo del idioma con objetivos a corto y largo plazo, por lo que emplazó a las instituciones de educación superior a hacer esa tarea.

En su turno, Domingo Santiago repasó la historia de la educación pensada para indígenas y subrayó cómo desde principios del siglo XX se buscó integrar al indio a una sola cultura, lo que pasaba por la castellanización a partir de la premisa de que las lenguas indígenas eran sinónimo de atraso.

Sin embargo, la cuña que forzó este proceso fueron los propios maestros indígenas que se convencieron de que ése era el camino para incorporarse a un estado de justicia social.

Aseguró que la Escuela Rural Mexicana funcionó bien en pueblos mestizos, pero que en comunidades indígenas “fue un desastre” porque intensificó la castellanización. Él mismo fue parte de ese grupo de promotores culturales bilingües, castellanizadores: “empezábamos con la lengua purépecha y poco a poco la íbamos sustituyendo. Lo que no se pudo hacer en 50 años con la castellanización directa, nosotros lo hicimos en 10. Nos metieron en la cabeza muy bien que nuestra cultura era mala, que no servía y que deberíamos entrar al progreso mediante la lengua nacional. Con ese pensamiento fuimos y convencimos a las comunidades para que se renegara de nuestra cultura”.

Y habría sido hasta finales de la década de 1970 cuando “nos dimos cuenta que habíamos cometido un etnocidio” y ya con el modelo bilingüe bicultural poco se pudo hacer porque el enfoque de la castellanización se había arraigado en los maestros, “y parece que continúa ese sentimiento” porque no se cumple la Ley de Derechos Lingüísticos, que habla de que los maestros en zonas indígenas deben ser hablantes y enseñar en lengua.

No obstante, estimó que ya pasó el tiempo de las lamentaciones y que lo que se requiere es trabajo y compromiso por la cultura y no sólo descargar culpas.



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Con información de Martín Equíhua Equíhua, corresponsal del periódico "La Jornada de Michoacán".