Por: Raúl Cruz Sebastián.

Casi todos los mexicanos tienen una imagen muy clara del Presidente Felipe Calderón. Para bien y para mal. Es imposible quedarse sin reaccionar ante los más de 34 mil muertos durante sus primeros cuatro años de Gobierno. Cada muerto es un fracaso, Calderón es, para muchos, sinónimo de la lucha contra los narcotraficantes. Para otros, sin embargo, es sinónimo de violencia y de inseguridad”. Con estas líneas introduce en sus libro recientemente publicado el periodista más destacado de los Estados Unidos, Jorge Ramos, Los Presidenciables, obra en donde entrevista al Presidente actual y a los precandidatos de los Partidos Políticos de México rumbo a la presidencia, así también a algunos ex presidentes del país; el profesionalismo es evidente, y la capacidad de las preguntas persuasivas es objetiva e incomoda a sus mismos entrevistados.

Es un libro interesante, digerible y recomendable para tener una radiografía actual de la política mexicana, sobresalen las preguntas que le hacen a Felipe Calderón sobre su gestión desde los pinos. México, es “como puente entre los que envían drogas del sur del continente a los consumidores del norte, la realidad es que México puede hacer muy poco solo. México está poniendo los narcos y los muertos mientras Estados Unidos pone los consumidores y las armas. Hay narcotraficantes en México porque hay drogadictos y consumidores de drogas en Estados Unidos. Así de simple y eso no va a cambiar. Estados Unidos tiene muchas prioridades pero entre ellas no parece estar el reducir el consumo de las drogas. Llevo meses sin ver un solo anuncio público en Estados Unidos que prevenga a los jóvenes de los peligros de los estupefacientes”.

En los informes de gobierno federal que han dado a la nación es lamentable ver que nada más se han limitado a mostrar cifras de cuantos narcotraficantes han sido detenidos, cuantos dólares fueron decomisados, más no hemos escuchado, cuantas nuevas escuelas y Universidades se han construido, cuantos hospitales y centros de salud se han abierto, el seguro popular en los hechos es deficiente, ¿Dónde están los empleos que nos prometió? ¿Por qué tantos desempleados en las ciudades y zonas marginadas? En materia de los pueblos y comunidades indígenas hemos visto más represión que empleos.

“Esta es una guerra en la que se metió Calderón, fue, sí una decisión valiente pero no necesariamente la más inteligente ni la mejor planeada la más inteligente ni la mejor planeada Calderón la han tomado como una guerra personal cuando en realidad es un asunto colectivo. Calderón la quiso convertir en una guerra mexicana cuando es, un conflicto mundial. Desafortunadamente, ésta es una guerra que Calderón y todos los recursos de su gobierno no puede ganar solo”. Dentro del arte de la guerra, estas no se deben atacar de manera frontal, sino a sus causas principales, es decir, generar más empleos, no incrementado más impuestos y aumentos el costo a la canasta básica, fomentar la cultura en las colonias populares y las comunidades, crear espacios deportivos de esparcimientos para la juventud.

“Los presidentes de México ya no son lo que eran antes. Y qué bueno. La era de los súper presidentes, mesiánicos, todopoderosos, sin contrapesos, se acabo hace tiempo. Las presidencias priistas se fueron resquebrajando y perdieron legitimidad década tras década. ¿Cómo justificar, por ejemplo, la masacre de 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco? A finales del 2010 fui invitado a una comida informal en Los Pinos. Asistieron unas 30 personas. Convivimos muy gratamente con el presidente Calderón y con su esposa, Margarita Zavala, durante varias horas. Pero mientras veía y escuchaba al mandatario, no podía dejar de pensar lo poco que este hombre podía hacer para cambiar la realidad de millones de mexicanos, no era una cuestión personal. La presidencia de México se había empequeñecido. Antes, con una orden del presidente, cambiaban las cosas. Ya no”.

Ahora estamos viendo la pasarela en los medios de comunicación a los precandidatos a la Presidencia de la Republica de los partidos políticos, cómo seguir creyéndoles si no han cumplido sus promesas de campaña, lejos de ayudarnos nos castigan con más impuestos, con salarios pésimos para la clase trabajadora, buscan privatizar la educación pública, a los pueblos y comunidades indígenas, lejos de escucharnos, y atendernos nos envían a la policía federal y al ejército mexicano. “El próximo presidente de México, sea quien sea, tendrá que entender muy pronto las enormes limitaciones que tienen su puesto. Podrá guiar pero no imponer; dirigir pero no ordenar; buscar consensos y cooperación pero no enviar al Ejército a hacer lo que no pueden hacer otros”.

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Foto de Juan José Estrada Serafín