En la foto Tatá Saúl Vargas Felipe, Guardián del archivo comunal.
Foto y escrito de: Pablo Sebastían Felipe.

El Pueblo P’urhépecha a lo largo de su historia ha sido una cultura ejemplar en sus sistemas de organización, cosmovisión, relación hombre-naturaleza, autoridad, convivencia y ayuda. Guardián de las múltiples manifestaciones ancestrales, socioculturales, religiosas, ceremoniales y rituales. De inigualable sistema de lenguaje, vestido, gastronomía, música, habitación, entre otros. Sin embargo, hoy en día en pleno siglo XXI, las comunidades indígenas de la Cultura P’urhépecha han dado un giro muy significativo, por un lado, hacia el progreso sociocultural, gracias a los hombres de trabajo, de convicción y de visión, por el otro, hacia la decadencia de principios y valores. Éste último me interesa narrar.

Gran parte de los habitantes de las comunidades indígenas P’urhe se encuentran en un estado de perdida de valores culturales, no solamente por las múltiples políticas de aculturación implementadas por diversos períodos de gobierno hacia las comunidades, si no por aspectos negativos surgidos desde el ceno de nuestras comunidades que complica la ya decadente sociedad, llamada, “moderna”. Hoy vale la pena hacernos una autocritica de lo que posibilita a la desorganización, la división, el fraude, el vicio, la apatía, la indiferencia y el rencor, pero también, las razones que permiten la tala inmoderada de nuestros recursos naturales, puesto que es el detonante de un llamado de atención a nuestra conciencia.

Recordemos que durante la década de los años setenta del siglo pasado, aún era muy común hablar de la kaxúmpekua, vocablo P’urhépecha que no solamente implica respeto si no todo un sistema de organización de vida familiar y comunal, hoy en día tal principio está por extinguirse, el hombre de hoy, es decir, la niñez, la juventud y los adultos, excepto, taatiteech (abuelos), se rigen por la supuesta “auto-libertad” "jurámukurini"(termino confuso para nuestras comunidades), perdiéndose la sensibilidad del temor, del perjuicio y de la honorabilidad y la vergüenza.

En la juventud de nuestras comunidades impera el “vale madrismos”, no se muestran algún esfuerzo por mejorar. Es cierto que no hay oportunidades de trabajo y de estudio, que es responsabilidad del gobierno, pero también de nosotros por exigir, sin embargo, no justifica que se opte por crecer en los vicios. La falta de compromiso comunitario de la juventud y la desobediencia hacia los mayores y padres debilita la crianza, imposibilitando consagrar principios fundamentales que les permitan una vida digna. Como resultado de tal conducta juvenil se da el vandalismo, la rivalidad entre grupos, múltiples vicios y muerte.

Los llamados “comuneros” han perdido la noción de la colectividad, hoy anteponen los intereses de los partidos políticos, se autodenominan priistas, perredistas, panistas, entre otro color, negando ser comunidad y pueblo. Atienden únicamente el llamado de sus partidos, se separan de sus familias por no ser partidarios del mismo color, hasta pierder el parentesco por ser amantes y de hueso colorado. “Si no hay despensa no hay ayudan en los trabajos comunitarios”, “si no hay apoyo en bultos de cemento y laminas, no creen en proyectos de otro índole”, peor aún, cuando se nombran las autoridades de representación comunal, “si no hay una paga de 100 hasta de 500 pesos no asisten a la votación”.
Se ha observado que los supuestos líderes de partidos locales, que cuando ven algun apoyo se disfrazan como comuneros o partidistas, según el caso, con el fin de beneficiarse únicamente ellos. A toda costa no permiten la participación de la juventud preparado comunalmente o formado en universidades, aunque quizás no sean también los redentores de la comunidad, pero creo que algunos pueden ayudar en algo. Siguen negando hasta la fecha la participación de la mujer en la toma de decisiones comunales.
Los que trabajan la madera no muestran algún esfuerzo por buscar otro tipo de labor y así evitar la exterminación de nuestros bosques, buscando trabajo se encuentra, falta voluntad y esfuerzo. Hoy todos queremos el dinero fácil para gastarlo en la compra de cervezas y en fiestas excesivas que salen de lo ceremonial y religioso. Nunca se proponen en crear un fondo económico para hacer crecer un negocio o invertir en algo factible. Si hay un proyecto institucional lo aceptan pero no la trabajan, si hay propuestas de universitarios lugareños los desechan. Pocos quieren reforestar y muchos les interesa únicamente la dotación de alambre y el dinero y finalmente tiran toda la planta en barrancos.

Por otro lado, varios de los que nos ostentamos como profesionistas ignoramos una realidad, padecemos de ceguera comunal y cultural, somos indiferentes ante los reclamos más justos, nos interesa únicamente la quincena, pese a que no enseñemos con calidad a la niñez.

Las autoridades comunales nombradas por los partidos políticos, es decir, jefes de tenencia y algunos Representantes de Bienes Comunales, son los primeros en obstaculizar la visión comunitaria, imponiendo intereses de grupo y de partido, son los primeros en solapar fraudes económicos de los munícipes, de regidores y de síndicos. Pero también son los primeros en aplicar mal los proyectos de desarrollo local pese a que la asamblea determine otra cosa, e incluso, son los que fraudulentan junto con sus grupos de poder los apoyos del ramo 33 y programas de reforestación. Son los que negocian por debajo con las empresas cerveceras para extender los contratos de venta, hasta el grado de solicitar a dichas compañías recursos económicos para garantizar votos de elección de sus partidos políticos.

Los partidos políticos consecutivamente ofrecen despensas y apoyos minúsculos de material para construcción a cambio del silencio de sus fraudes y así asegurar nuevamente el voto para otra administración. Organizan nuevos grupos de poder político que sirven para contrarrestar los proyectos comunales y de reivindicaciones regionales. Dividen familias, pueblos y regiones. Impiden candidatos de comunidad para puestos de elección, e incluso llegan a nombrar gente fuereña a los pueblos, usurpando la identidad y pasándose como indígenas P’urhé. Su principio no declarado es “solamente los intereses de partido sin importar los medios y recursos para hacer el fin”.

Hasta aquí podemos decir con toda la seguridad que es producto de las diversas políticas de aculturación y de los quinientos años de imposición sociocultural, pero también, es producto de la falta de conciencia del indígena P’urhé, es producto del interés individualista que lo hemos acogido, es producto de nuestra ignorancia, orgullo, de nuestra cobardía, entre otros. Carecemos ya de principios, valores, honorabilidad, palabra, vergüenza, compromiso e humildad. Todo a cambio de migajas y de unos cuantos centavos.
¿Qué nos espera si seguimos así? ¿Habrá futuro? ¿Será momento de reflexión? ¿Es preciso retomar los valores y saberes de nuestros abuelos? Puesto que no es coincidencia los fenómenos que hoy nos ahogan en nuestras comunidades y pueblos, gran parte de ellas la culpa la tenemos nosotros, es decir, todos los actores sociales que existen en nuestra sociedad.

A través de este texto, nos solidarizamos con nuestros herman@s que estan en pie de lucha; Cherán Michoacán, México y asemos un llamado urgente a las autoridades competentes que atiendan la situación con toda la seriedad y sin engaño alguno.

Cuarta Luna P'urhépecha 2011. Comachuén, Michoacán,México.