Es la segunda ceremonia ritual del año, después del Encendido del Fuego Nuevo
Celebra la comunidad indígena michoacana a 'La Candelaria'

Se desarrolla en varias localidades del estado, cada una con sus propias variantes de festejo

ÉRICK ALBA / La Jornada de Michoacán

La comunidad indígena michoacana, sobre todo la purépecha, entró a las primeras manifestaciones de sus ceremonias rituales en 2011 con el desarrollo de dos grandes actividades que recuerdan sus raíces prehispánicas, a través del Encendido del Fuego Nuevo, y el sincretismo surgido del contacto con la cultura europea, representado por la fiesta de La Candelaria, ceremonias que ocupan a un buen número de comunidades originarias de la entidad.

Información de la Secretaría de Turismo en el estado (Sectur) subraya el rito realizado la noche de ayer en la comunidad lacustre de Jarácuaro, sede en turno para el Encendido del Fuego Nuevo que para la comunidad purépecha corresponde al inicio de un nuevo ciclo anual y que sirve para el acercamiento entre las comunidades que conforman esa etnia.

En contraste, la celebración surgida del culto cristiano a La Candelaria, advocación mariana venerada en una de las comunidades autónomas de España que integra las Islas Canarias, Tenerife, se desarrolla en Michoacán con sus propias variantes, como la que presenta la comunidad de Tócuaro a través de la Fiesta de los Negritos.

Según la Sectur, en esa fiesta a desarrollar hoy “el bien es representado por Miguel, guardián del Niño Jesús. Éste es aconsejado por un sabio monje y cuenta con aliados protectores que vestidos alegóricamente parecen flotar defendiéndolo del mal. Entre estos aliados se encuentran caporales, ermitaños y los negritos. Al mal lo representan tres diablos negros llamados Astucia, Pecado y Luzbel, quienes ponen el desorden en la tierra y tientan al Niño Jesús”.

La celebración incluye danzas con las que “asustan y corretean al público, pero caen fulminados por San Miguel, quien los expulsa de la iglesia y continúan sus travesuras en la calle. Acompañados por una banda musical, los representantes de este drama salen al atrio seguidos por el resto del público, comenzando una peregrinación que los llevará a visitar cada casa del pueblo hasta caer la noche y seguir al otro día”.

Mientras tanto, la comunidad de Acahuato espera recibir 30 mil visitantes para la misma festividad, lo que se aprovecha para la venta de gastronomía tradicional y artesanía, al tiempo en que Ahuiran desarrolla su propia tradición con el envío de jóvenes por agua en cántaros, quienes regresan acompañados por bandas musicales y una campana, antes de que el agua sea bendecida en la misa de hoy al mediodía.

Una de las comunidades que mayor importancia le da a la fiesta de La Candelaria es San Felipe de los Alzati, en el Oriente del estado, pues la patrona del poblado lleva ese nombre. La ceremonia incluye la colocación de ofrendas florales, música y danza de la cultura otomí que habita la región, mientras que a la figura de la Virgen se le viste con la indumentaria característica de esa etnia.

Entre las poblaciones que convocan a su celebración religiosa cada 2 de febrero, y en donde se mantiene presente el simbolismo indígena y el cristiano, se encuentran Cocucho, San Felipe de los Herreros, Cherán, Los Reyes, Ocumicho, San Lucas, Sevina, Taretan y Arteaga, entre otros, cada una con las variantes que responden a las características culturales de su población autóctona.