Temprano, muy temprano cuando los gallos empiezan a cantar avisando que se aproxima la alborada del nuevo día 29 de enero de 2209, el aire frío que baja de la “quinta” y de la sierra P'urhépecha allá mas al Norte no desanima a los habitantes de los barrios tradicionales quienes bien arropados se apresuran para estar puntuales en los patios del iuríxo y estar puntuales para iniciar la caminata hacia Caltzontzin, San Andrés Corú, San Angel Tsurumucapio y Tingambato.

Al irse acercando a la reja de la Uatápera empiezan a percibir el olor del humo que escapa de los copales que se están preparando para iniciar el viaje y llevar hasta Jarácuaro el Fuego Viejo ” Tamápu Ch'upiri” , el viaje se hará en dos etapas de Uruapan a Tingambato y de Tingambato a Jarácuaro, quienes tendrán el encargo de portar una pequeñas andas con el brasero que contiene el fuego viejo, se están alistando y solicitan a las “Copaleras “ que les purifiquen, ellas solemne y respetuosamente hacen pasar a los sahumerios sobre ellos, mientras los cargueros “Terhúenchitiecha” de cada uno de los barrios afinan y comentan los detalles del recorrido, los relevos de la parihuela.

Se da la señal partida cuando todavía la obscuridad no deja reconocer con facilidad a los habitantes de los barrios de San Miguel, La Magdalena, San Juan Evangelista, San Juan Bautista, San Pedro, Santo Santiago y La Trinidad, se camina en derredor de la plaza de los mártires de Uruapan, el semáforo que permite bajar hacia la capilla del Barrio de San Francisco observa desde lo alto al numeroso contingente de P’urhépecha Uruapenses que con orgullo acompañan al símbolo primigenio de su identidad.

Frescos como la mañana que comienza, avanzan por la cuesta abajo de la Calle Obregón y continúan por Sarabia y Calzada la Fuente para enfilarse a la Comunidad de Caltzontzin por el antiguo camino convertido hoy en una gran calle que da inicio a la autopista a Morelia, los automovilistas que ya se apresuran a llegar sus fuentes de trabajo observan entre curiosos e intrigados a quienes con actitud respetuosa portan el fuego P'urhé, los cohetones que se elevan anuncian su avance, el sol inicia su eterno movimiento y sus rayos reptan para juntarse con las llamas del brasero de Tamápu Ch'ipíri cuando la columna deja atrás el pestilente olor de la papelera y se empieza a ver el arco de Bienvenida a la Comunidad de Caltzontzin.

Al traspasar la sombra del gran arco pueden ver a una pequeña comitiva de Comuneros de Caltzontzin quienes portan un oloroso Zahumerio y acompañan al Jefe de Tenencia quien junto a las vías del tren da la bienvenida a los aproximadamente 200 P'urhépecha, les reciben lanzándoles confeti y allá en el cielo azul ya inundado de luz radiante del nuevo sol estallan varios cohetes, juntos recorren la calle principal y hacen una primera parada en las instalaciones de la Jefatura de tenencia donde varias mujeres y hombres empiezan a ofrecer café caliente con pan tradicional y algunos bolillos, no faltan las frutas que se producen en esta población, naranjas y plátanos, el fuego y su receptáculo se depositan con respeto dentro de la jefatura, los copaleros que se llevan desde Uruapan son depositados también en rojos pañuelos convertidos en minúsculas alfombras.

Después de este primer descanso se reinicia la caminata, se pasa frete a la portada de la iglesia del lugar y una amplia calles con camellón ve transitar entusiastas a los caminantes, al final de la calle llegamos a “Los estanques” y se inicia el camino por una vereda que seguirá el curso de la antigua vía del ferrocarril que iba de la Comunidad hacia Pátzcuaro, ahora se encuentra llena de hierba y de pequeñas piedras que hacen difícil su paso para poder llegar hasta la población de San Andrés Corú (¿o K'oru?), la tierra “charandosa” enmarca el sendero de las antiguas vías del tren y da vida a las “tabiqueras” que se encuentran a la salida de Caltzontzin, una pequeña cuesta y ya estamos sobre un sendero que serpenteante nos llevará por entre lomeríos, cárcavas producto de la erosión por el derribo indiscriminado de árboles en todo el trayecto y pequeñas y regulares extensiones de tierra en donde el aguacate empieza a exterminar el oloroso pino y el frondoso encino.

Durante el trayecto de este inusual camino lleno de tropiezos a través de los durmientes y cascajo de piedra molida pudimos imaginarnos y recordar la belleza de esos bosques cuando todavía teníamos que utilizar esa vía para llegar a Morelia y a México, como un verdadero milagro se pueden ver todavía añosos árboles de pino que se han salvado de la motosierra, próximos a llegar a San Andrés Corú el camino lleno de hierba en su mayor parte se transformó en una buen conservada brecha donde encontramos varios vehículos que transportaban agua e implementos agrícolas propios del cultivo del aguacate, también algunos espacios donde pudimos ver el aprovechamiento de las imponentes moles de piedra del malpaís que nos conduce a la comunidad.

En una de las casas de la orilla de la población gustosa y amable nos recibe una familia, quienes nos ofrecen sidras, mandarinas y naranjas recién cortadas en huerto familiar plantado con plátanos, cafetos, aguacate y varios cítricos, un breve descanso y a seguir caminando, el recorrido de Caltzontzin a Aristeo duró aproximadamente 5 horas y habrá que llegar a Tingambato antes de que anochezca.

Al doblar una esquina para retomar el sendero sobre la vía del tren llegamos a lo que era la modesta estación de Aristeo, ahí un grupo de personas y el jefe de tenencia están pendientes de nuestro paso, hospitalarios nos regalan un reconfortante saludo, con animo fraternas sacan de una de las casas algunos racimos de plátanos maduros que gustosos vamos desgajando recordando quizá los tiempos aquellos en que podíamos probar cómodamente sentados en el tren los sabrosos plátanos “costillones” de Aristeo. Curiosas algunas personas nos preguntan del motivo de nuestro peregrinar acompañando a “Tamápu Ch'ipíri”, con orgullo se les comenta el motivo y exclamando con el puño en alto nuestra arenga ” Juchárí Unhápekua” nos despedimos para retomar el angosto sendero en donde los caracoleros animan a seguir desmayo el camino, al pie de unos cuantos pinos que dan fresca sombra nos detenemos para ajustarnos el calzado unos, colocando en las plantillas algunas cuantas hojas de uval silvestre que proporcionan frescura y comodidad, otros extraen de sus morrales y mochilas algunas frutas y bastimentos para compartir entre los acompañantes, la antigua vía del tren se convierte en una bien conservada brecha que nos permite avanzar más rápidamente sin percatarnos de que nos estamos acercando hacia la carretera libre cuando escuchamos más cercanos los ruidos de motor, huertas y más huertas de aguacate que seguramente eran umbríos pinares.

De manera inesperada extraviamos el camino y desembocamos en la carretera libre hacia Pátzcuaro a unos dos kilómetros de la desviación que conduce hacia San Ángel Tsurumucapio, se discute y acuerda caminar este pequeño trecho por la carretera pero en vista del gran peligro que representan los vehículos que a gran velocidad circulan se pide apoyo a las autoridades de Tingambato quienes envían dos vehículos, uno de la policía municipal y un vehículo de rescate para resguardar a la columna de cansados pero entusiastas Uruapenses que tienen como meta llegar a la población y pasar ahí la noche.
Nuevamente una parada en la desviación a San Angel, agotados ya por las aproximadas 11 horas de camino a pié, se reinicia el trayecto, una pequeña distancia sobre el negro asfalto y nuevamente la columna recupera hacia la derecha el antiguo camino a pié, algunos dos kilómetros y les da la bienvenida una orquesta P'urhépecha, las autoridades municipales, cargueros y personas de la comunidad ofreciéndoles hospitalariamente una exquisita comida de Tatsines y Chicharrones con salsa verde, el hambre y el cansancio se mitiga al escuchar las dulces notas de la música P'urhé, pero es hora de reiniciar el camino para culminar la jornada.

En el horizonte los últimos rayos del sol empiezan a desparecer, los árboles de aguacate dejan pasar entre sus ramas madejas coloradas de sol y ya reconfortada la columna emprende el último tramo que los separa del lugar sagrado donde harán una parada obligada quienes portan y acompañan al Tamápu ch'jpíri, ahí en donde erguidas e imponentes se encuentran la Iákatas del centro ceremonial de Tínhanio, cuando ya ha obscurecido son recibidos por las copaleras e ireris de los barrios de Uruapan se hace una impresionante ceremonia pidiendo permiso a Naná Kuerájperi, a los cuatro elementos, a pesar de la intransigencia del personal del INAH que “resguarda” el sitio construido por nuestros antepasados, se dejan oír varias alusiones a la importancia de esta celebración y después de una nueva arenga y la participación de la Danza originaria de una orgullosamente comunidad P'urhépecha de Guanajuato, se traslada el contingente a la Casa Comunal para recuperar fuerzas y emprender en la madrugada del día siguiente el resto del trayecto hacia Jarácuaro...

Úrhupani (Uruapan), 29 de enero d 2011
José Valencia Oseguera

Fotos tomadas por:
José Valencia Oseguera
Genoveva Heredia López
Jurhiataerani Valencia Heredia