Tres mujeres, cuya mayoría de vida cotidiana aparece en territorio purépecha, hablan para Cambio de Michoacán acerca de las situaciones de violencia, de discriminación y de ignorancia que han enfrentado. Ellas, Juanita, July y Floriberta, participaron en el reciente Taller de Empoderamiento de la Mujer, efectuado recientemente en la ciudad colonial de Pátzcuaro, donde al igual que más de 100 mujeres, principalmente indígenas y campesinas, estuvieron tres noches y cuatro días tratado de asimilar la transición de cualquier situación de desigualdad o exclusión a un estadio de autodeterminación.

Por: Samuel Ponce Morales.

Morelia, Michoacán.- Casi toda una vida de casada -28 años- y Juanita aún no sabe el porqué su señor desde el primer día la empezó a golpear; la violencia ha sido tal que tiene rota una costilla y estuvo a punto de perder no sólo un ojo, sino hasta la vida.

Juanita no necesita preguntas de por medio, hila toda una historia de violencia que espera poner un hasta aquí, después de asistir a un taller de empoderamiento de la mujer, donde empieza a ver la vida diferente, a darse cuenta que vale y saber que tiene que seguir adelante, y al cual llegó con miedo, sin el permiso del señor, su marido.

“Me vine con mucho miedo, porque como mi señor es muy agresivo, tengo muchos problemas con él; me salí sin despedirme de él, nada más de mis hijos. Venía con tanto miedo, con tanto dolor que hasta me enfermé…y, pues, aquí me sentí bien”.

Del pintoresco poblado de fuerte presencia purépecha: San Francisco Uricho, municipio de Erongarícuaro, y ataviada con sus nahuas y delantales indígenas, Juanita por la espiral de violencia en varias ocasiones ha llegado a pensar en el suicidio.

“Él tiene la mano muy pesada… con cualquier objeto que encontraba me golpeaba; me amenaza mucho; me ha llegado a amenazar con armas de fuego. Ahí vi que yo no le importaba nada; era donde yo quería quitarme la vida. A él lo trataba bien y que me va maltratando de esa forma”.

Cuenta que a consecuencia de una golpiza le dio un derrame en el ojo derecho, por lo que le tuvieron que operar la retina, y que cuando le dijo a su señor que la iban a intervenir, que necesitaba dinero, “él no me contestó nada, nada, nada…”. Mis hijos me apoyaron, recuerda.

Aún así pondera que cuando regresó a su casa, él mejor se salió del cuarto que compartían, para que no lo molestara, para que no le siguiera pidiendo dinero, y “ni siquiera se acercó a darme un vaso de agua, nada, hasta la fecha no me habla”.

¿Ahora que terminaste el taller lo podrás enfrentar?

No sé qué hacer, porque todo el tiempo yo le he buscado la cara, siempre y él muy orgulloso, nada más de no contestarme, ahorita pues no sé qué hacer, si le hable yo primero pero como que yo siento que va a ser una humillación al hablarle yo, después de que me ha hecho tanto mal, que me ha humillado y todo.

¿Entonces, el taller te ayuda a qué con él…?.

Es más conmigo misma, sentirme bien yo, seguir adelante, me dio mucho ánimo, aquí deje muchas tristezas, muchos dolores, me dio mucho ánimo de seguir adelante, en que yo valgo mucho, en que tengo que seguir trabajando para mí misma, para apoyar a mis hijos porque mis ocho hijos sí son muy unidos.

Para ella, integrante de un grupo de artesanas de su comunidad, Dios le envío la oportunidad de asistir al taller, sólo con el permiso de sus hijos.

La historia

Los golpes empezaron desde que se casó; en plena boda, una fiesta en grande, entraron dos familiares de su señor, “bien borrachas”, hablaron con él, inmediatamente le habló y al preguntarle qué pasaba “que me da un golpe y hasta allá me mandó, estaba ahí una cama…yo no sé qué le dirían”.

“No sé qué le dijeron, es lo que yo le preguntaba a él, nunca me contestó, y, bueno, tuve mis hijos y todo, pero él tomaba mucho, cada ocho días, llegaba y me aventaba, me sacaba y él se encerraba a dormir muy a gusto…”.

“Yo siempre me aguanté todo, no le dije nada, ya luego fueron mis hijos, a él nunca le importó si tenía a mis hijos, si estaba embarazada; y así pasaron y pasaron los años, yo nunca hice ver a mis hijos que él me golpeaba, que él me maltrataba…”.

“Yo Siempre pensaba en dejarlo, en quitarme, pero ya después tuve a mi hija, después a mi hijo, fui teniendo a mi familia y por ellos me fui quedando, me fui quedando…”.

“Después ya se fueron empezando a casar mis hijos y ahí es la obligación que se lleva el perdón a la casa de la novia, pero él se comportaba como una persona muy buena y yo le digo qué hipócrita eres, haces creer a la gente que tú eres tan buena gente, huy, a saludar bien, a dar hasta la mano, a platicar bien con la demás gente, cosa que conmigo nunca pudo…”.

“Nunca me pudo platicar bien, alguna cosa que yo le hablaba, y luego me decía no me grites, no me gusta que me grites, pero yo le hablaba normal; él nunca estuvo de buen humor conmigo”.

“Llegaba a la casa y hacía lo mismo, golpearme, y yo me escondía, me metía por ahí en los árboles y él con lo que encontraba me lo aventaba, pasaron muchas cosas hasta que un día hasta me quebró una costilla, de un golpe, me hizo aquí un chipote que es lo que me afectó a la retina…”.

“Luego me quiso golpear otra vez, me agarré de él para que no me golpeara y fue que me dio y como tiene la mano muy pesada, me quebró aquí una costilla y así seguí trabajando en las tortillas, y el no se dio cuenta que estaba enferma y nada…”.

“Yo le dije necesito dinero para curarme, porque mira lo que me hiciste, no me hizo caso, no me contestó nada, es lo que a mí me duele que no me contesta nada, yo todavía llegué a decirle contéstame y ni siquiera cómo no te mueres, muérete de una vez o alguna cosa, dime algo, nada, como que yo le hablaba a una piedra”.

“La última vez que me golpeó fue en una fiesta de Corpus, allá en el pueblo, me invitaron las tortilleras, le dije a él no vas y me dijo sí, sí voy a ir, con ese modo, pero dije yo si no lo llevo va a ser peor, y me dijo, me vas a dar dinero para gastar y le dije dijo sí, te voy a dar unos 100 pesos que es lo que tengo, le di el dinero y nos fuimos”.

“Allá acostumbramos eso, el charape o el tepache, nos llenamos unos garrafoncitos y ya nos damos la vuelta por ahí; vi que sí andaba tras de mi, más al rato se quedó por ahí con sus amigos y ya luego se terminó todo, llegué a casa y cuando estaba cenando llegó bien enojado…”.

“Me dice qué hiciste de cenar pero bien tomado ya, sería mi error o no sé qué pero también me dio coraje y sí cómo no va a haber de cenar, siéntate, pues por eso trabajo, le dije, yo pienso que es por lo que se enojó, le serví, no se sentó, más tarde en servirle que tardó en tirarme el plato con la comida…”.

“Agarró del trastero las tazas más grandes para darme y hasta me apachurró, mire, me dio muchos golpes, y yo me aguanté nomás, y me aguanté, me le zafé, salí corriendo, entro al cuarto en donde nos quedamos, agarró un arma de fuego…”.

“Me tiró, me disparó, pero corrí y le di la vuelta a la casa de una vecina, y ya que sale mi nuera y le dijo qué pasa, qué pasa, cuando oyó el trueno, ya fue que lo detuvo y ya salió también mi hijo, lo agarraron y lo metieron al cuarto…”.

“Mi nuera fue por mí y dijo véngase, ya no le va a hacer nada, estuve llore y lloré de coraje; él no sé qué le estuvo diciendo a mi hijo, yo nada más oí que le dijo: Yo pienso que usted todo el tiempo golpea a mi mamá, pero desde hoy en adelante no quiero que la vuelva a golpear, porque a una mujer no se le golpea así…”.

“No sé, yo me pongo a pensar muchas cosas, si no me escondo sí me da…, y pues no sé, será tanto el coraje que me tiene, yo no sé, no recuerdo haberle hecho algo”.

“Me di valor, y le dije ya se dio cuenta mi hijo, tú no tienes derecho a golpearme, le dije ahora ya no me vas a golpear y me dijo ahora qué vas a hacer, ¿te puedes defender tu sola?, y le dije no, yo no me puedo defender, yo no te voy a poder hacer nada…”.

“Le dije, el día que tú me vuelvas a golpear, te voy a demandar, me voy a quejar a Derechos Humanos y entonces sí se fue calmando, pero pienso que se aguanta el coraje de que ya no me puede golpear, y ya mejor no me habla, me ignora, me ve como si yo no existiera para él”.

[cell class=spoiler]Martes 9 de Noviembre de 2010 - Periódico Cambio de Michoacán[/cell]