En el Festival de Cine y Video Indígena, en la Cd. de Morelia, Michoacán: Se proyectó el documental ‘Otra Mirada’ del colectivo brasileño Video Nas Aldeias (VNA), que se llevó a cabo por su fundador Vincent Carelli. Este video muestra el trabajo de rescate de la cultura que se lleva a cabo en los pueblos Guaraníes que habitan en países de Latinoamérica como Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay. La hechura de artesanías, la convivencia con la naturaleza, las trampas rústicas e ingeniosas, el labrado de la tierra, la música y los bailes de los pueblos son algunas de las actividades que se muestran en la proyección. Se proyectan dos puntos de vista, el de los oriundos Guaraníes y el de los turistas. Por una parte los indígenas hablan del desalojo de sus tierras que sufrieron por parte del ‘hombre blanco’ y el interés por conservar su cultura y tradiciones, mientras que los viajeros piensan que venden su imagen al cobrar por las fotos que se les toman.

“Los blancos siempre nos miran mal, pero son ellos los que nos pusieron en un chiquero”, exclamó un indígena al calibrar el peso de su propia historia y la actitud de la población mestiza hacia él mismo, sobre todo cuando está obligado a vender artesanía en los terrenos que antes fueron de sus antepasados, que no es más que un sinónimo de mendigar ante los invasores, aunque todo se explica a través de los designios de las divinidades antiguas quienes siguen firmes en el poder de su sabiduría.

Lo anterior refleja cierto grado de confrontación entre el ajetreo de la urbanidad mestiza de nuestros días y la postura de los pueblos originarios mexicanos ante la invasión turística que les es tan necesaria en lo monetario como molesto en lo costumbrista, aunque el comentario de ese indígena no se dio en México, sino en Brasil, y llama la atención la semejanza que guarda el rencor del pueblo guaraní cuando se compara con el que muestra el indigenismo mexicano; y aún más: es catastróficamente semejante la superficialidad que existe entre el pueblo mestizo brasileño y el mexicano, pues los dos destruyen, a través de su ignorancia, la dignidad que todavía guardan los pueblos autóctonos en sendos países.

El colectivo brasileño Video Nas Aldeias mostró eso ayer en la apertura formal del Festival de Cine y Video Indígena en su sexta edición, que tiene como sedes a los municipios de Morelia y Uruapan, al exhibir una investigación audiovisual que es en sí un retrato de las exigencias indígenas mexicanas hacia su gobierno y hacia su sociedad, con la diferencia de que la cultura indígena, por lo menos la michoacana, mantiene vivo el recuerdo hacia su deidades pero sólo como referencia histórica, mientras que la etnia guaraní todavía utiliza esas referencias para explicar su precaria vida actual.

Como ejemplo de lo anterior, el documental que muestra la vida diaria de algunas tribus guaraníes es reiterativo en cuanto a la mención de deidades precolombinas, como al explicar el nacimiento de los insectos, que para ellos es obra de un dios maligno que cayó carbonizado cuando un rayo alcanzó su sombrero, y que para no morir en vano, mandó que sus cenizas se convirtieran en alimañas que asolan la vida de los humanos.

Una mujer de la aldea Alvorecer, por su parte, está convencida de que “los dioses ya sabían que habríamos de precisar de la artesanía, que las selvas se acabarían, y nos dieron esta habilidad para seducir a los blancos con los animalitos de madera”, pues la desaparición del territorio selvático significa para los indígenas guaraníes la desaparición de su sustento como cazadores, por lo que la venta, o mejor dicho, el malbaratar su trabajo manual ante los ignorantes mestizos, llenos siempre de ganas de fotografiarlos, de regatear el precio de las cosas, y de atiborrarlos con preguntas estúpidas, como “todavía cazas con arco y flecha”, significa hoy la única fuente de ingresos para el pueblo autóctono, propietario histórico de las mismas tierras en que ahora es un vendedor ambulante y que vive de la caridad que a veces desborda a la curiosidad mestiza, la que aún le tacha de “sucio, ignorante, abusivo” cuando se niega a ser fotografiado aduciendo “muchas fotos y poca compra”.

Pero la indignación que surge ante esa denuncia audiovisual brasileña, y esto es lo peor de todo, estriba en que no es una denuncia lejana aunque surgiera en lo que fue la selva amazónica: es una denuncia que está presenta en cualquier comunidad purépecha, nahua, otomí y mazahua: una denuncia vigente durante siglos en todo el territorio michoacano ante la pasividad de los administradores del dinero público y ante el alborozo de los moradores fijos y de los visitantes esporádicos que llenan las arcas de esos administradores, y que no han escuchado hasta hoy la queja compartida de esos pueblos: “tenemos televisión, pero ni por eso estamos como los blancos”.

El Festival de Cine y Video Indígena continuará sus actividades hoy a través de un debate sobre derechos legales para el indigenismo mexicano actual, a las 11 en el Museo del Estado, con entrada gratuita.

[cell class=spoiler]ÉRICK ALBA → martes 24 de agosto de 2010 → Cultura → La Jornada de Michoacán[/cell]