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21/09/2009 #1Erójpeti
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- Javier Mellápeti Cuiriz
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Re: Los Sitios Arqueológicos de la Cultura Purhépecha
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Sitios Arqueológicos de la Cultura P'urhépecha[/cell][cell class=row5bg padding=3]Sitio arqueológico de Tres Cerritos, Michoacán, México.[/cell]
[cell padding=20]Importancia del sitio:
Este lugar, junto con Queréndaro, huandacareo. Araró y Zinapécuaro, etc., forman parte del grupo de pueblos precolombinos asentados en torno a la laguna de Cuitzeo; en donde existen restos de megafauna pleistocénica. En su conjunto tales vestigios son prueba de la importante población humana y animal que aquí vivió durante siglos. En los objetos arqueológicos obtenidos des estos lugares se refleja la interelación que debió existir entre ellos, así como sus nexos con otras comunidades contemporáneas más alejadas de esta zona. Un caso concreto es la presencia de alfarería teotihuacana como aquella llamada Anaranjada delgada. Otras más es decorada al fresco y algunas figurillas que son su sola presencia son marcadores cronológicos de distribución concreta. En este sitio se localizó una mascara tallada en alabastro, con el claro estilo escultorio de aquella metrópoli. De igual trascendencia es la alfarería policroma decorada al negativo y los objetos hechos en cobre y oro; entre los cuales destaca un bezote de obsidiana con una placa de oro repujado, en ella. Estos últimos son testimonio de la presencia P'urhépecha en el lugar, evidencia de una avanzada que tuvo lugar haya por el siglo XII D.C. Esta larga secuencia cultural quedó avalada con la superposición de estructuras arquitectónicas y materiales, situación comprobada también en Huandacareo. En esta circunstancia permite reconocer que este sitio estuvo sometido a los intereses del poderío P'urhépecha ubicado en la meseta y registrado en La Relación de Michoacán.
Historia del sitio:
Comenzó a explorarse en 1984, por la arqueóloga Angelina Macías G., quien liberó las tres estructuras sobresalientes del sitio, mismas que son parte de u conjunto arquitectónico compuesto por un basamento para templo, plataformas, plazas y adoratorios. Entre las más antiguas construcciones, se detectó el uso de talud y tablero por igual característico de Teotihuacan. Las etapas de ocupación más características y antiguas pertenecen al llamado horizonte clásico tardío (siglos VI a IX d.C.).
Tres Cerritos data del período Clásico. En uno de los tres montículos, los investigadores descubrieron tumbas con ofrendas y vasijas, en su mayoría pertenecientes a niños, a pequeños que quedaron en el camino, en medio de la jornada existencial.
El primer montículo consta de tres plataformas cuadrangulares, construidas, como era costumbre en Mesoamérica, una sobre otra. En el costado sur de la misma edificación, aparecen tres elementos que antiguamente formaban parte de las escalinatas y de la estructura de un templo.
Testigo callado, silencioso, de ceremonias arcaicas, de ritos extraños, misteriosos, el montículo -lo que queda- desafía a los años, a la lluvia, al polvo, al viento. En aquel paraje lacustre se celebraron rituales ya no recordados que formaron parte de iniciaciones, de una religión suplantada más tarde, durante la Conquista, por otra que perteneció, hasta entonces, a una civilización disímil, con distinto proceso de desarrollo, y que también, como la primera, con ídolos, cayó en la práctica de la adoración de incontables imágenes sacras. Unos eran deidades, ídolos, y los otros, en tanto, santos; los primeros representaban el agua, la fertilidad, el fuego, la luna, el maíz, la muerte, la vida, y los segundos, en cambio, eran patrones de pueblos y ejercían milagros especializados en el amor, las enfermedades, el dinero, la prosperidad, la salud.
Conocedores como eran sus constructores de las ciencias, las cámaras mortuorias de los montículos denominados dos y tres, se orientan hacia los puntos cardinales. El visitante los puede apreciar en todo su esplendor.
De acuerdo con los hallazgos de las tumbas, incluyendo el tablero y el talud, se deduce que Tres Cerritos tuvo relación con Teotihuacan; aunque en la última de las sobreposiciones aparecieron ornamentos de cerámica y cobre que lo vinculan con la cultura purépecha. Tales hallazgos dan idea de la antigüedad de la cultura que se desarrolló en ese espacio.
Eran los habitantes de la orilla del lago, gente que aprovechaba los recursos naturales para sobrevivir, destacando, entre otros, las aves -garzas, patos-, los peces y el tequezquite.
Cerca de Tres Cerritos, casi a la orilla del lago de Cuitzeo, existen otros vestigios arqueológicos en el abandono que indican, obviamente, que los asentamientos indígenas, con centros ceremoniales, debieron ser de una extensión considerable y ocupar toda la ribera.
La Relación de Cuitzeo fue escrita en 1579. Los padres Basalenque y Escobar escribieron en 1644 y 1729, respectivamente, acerca del lugar, dejando constancia de lo importante que fue la región.
Durante las horas virreinales, en la segunda mitad del siglo XVI, la Relación de Cuitzeo expresaba que “en la laguna, por el mes de diciembre, hay tanta suma de patos reales y cerezetas y garzas y alcatraces, que no tienen número… hay, así mismo, codornices de la forma de las de España; cuervos, liebres, venados, todos en gran cantidad; críanse palomas, halcones, lobos, raposas… tiene esta laguna un género de pescado tan grande como el dedo meñique de la mano, que en su lengua llaman charari, pescado muy preciado entre ellos… críase otro pescado en esta laguna que llaman los naturales curuenga, que es del grandor de las sardinas… hay, así, mucha cantidad de ranas…”
El mismo documento de la Colonia menciona que “este distrito es falto de maderas, y las arboledas que hay son higueras, duraznales y morales… se crían gran suma de higos e dan las higueras dos veces frutos en el año… en todos (los pueblos) sujetos, excepto en la cabecera, se da mucho maíz, y en todas partes cebollas, ajos, lechugas…”
Casi al mismo tiempo que el explorador, acompañado de su familia, observa el centro ceremonial y el horizonte, comprende que Tres Cerritos, junto con otras poblaciones del lago, tuvieron, desde su inicio, influencia de la cultura de Chupícuaro.
Ya la Relación de Cuitzeo refería que “eran vasallos del rey de Sinzonza (Tzintzuntzan), cabeza de la provincia de Mechoacan, al cual daban servicio personal para las guerras y para sus sementeras, y especialmente daba el tributo cada indio…”
Basalenque mencionaba que “de muchas partes se viene a poblar la orilla de la laguna, de arte que desde Cuitzeo hasta Guandacareo, su visita, que dista dos leguas, en tiempos pasados todo era una calle…”
Y Escobar comentaba que “todas sus orillas están llenas de pueblos… Tanta era la muchedumbre que tenía… las ruinas nos dicen lo que fue en la antigüedad… hoy se ara y se siembra donde antes se veían y admiraban edificios…”
Curiosamente, la Relación de Cuitzeo proporciona ciertas explicaciones que se identifican con Tres Cerritos, al señalar que “las adoraciones y ritos eran que hacían una forma como mono o como perro, y esta era de piedra y la ponían en un lugar hecho de piedra, en una casa grande que era su templo…”
Esto significa que en el lugar existieron basamentos para templos, en uno de los cuales se localizaba una escultura como coyote, quizá un trono, y por lo mismo un centro ceremonial que pudo tratarse, precisamente, de Tres Cerritos. Allí todavía se distinguen restos de empedrados.
Y continúa al informar que “en este templo había cuatro indios como sacerdotes. Uno tenía cargo de tañer un instrumento que llamaban en su lengua curíngua, que es de madera hueca, que suena como si fuese metal; otro tenía cargo de tañer con las manos, sin palo alguno, un tambor tan alto como un hombre, hecho de cabeza de pellejo de venado; otro tañía una como trompa hecha de hueso de animal…”
El documento indica que “el sacerdote mayor tenía cargo de guiar cuando venía la gente a bailar las danzas, porque la mayor devoción suya era bailar al son de los instrumentos dichos, en el templo, alrededor de los ídolos… no bailaban las mujeres, mas empero llevaban al templo muchas ofrendas de fruta y pan hecho de maíz, de lo cual se sustentaban estos sacerdotes, los cuales eran elegidos de los principales y por voto del pueblo, y les duraba el cargo un año, después del cual se casaban a su modo, que era juntarse la parentela y hacer unos panes grandes y comerlos en la casa de la desposada… con facilidad se apartaban y ordinariamente había en los templos gente, unos quemando olores, otros bailando, otros contando los sucesos de sus guerras, de manera que de noche y de día estaba abierto, y grandes lumbreras dentro…”
Recorrido:
Destacan el llamado Montículo 1, hacia el noreste del sitio. Esta formado por tres plataformas superpuestas, con restos de otras estructuras y entierros asociados. La plaza central con un adoratorio en el medio. El cual contuvo gran cantidad de ofrendas y entierros de infantes. Esta limitada a oriente y poniente por estructuras (montículo 2 y 3), ambas alojan en su interior y al centro interesantes ejemplos de arquitectura funeraria. Se trata de construcciones pertenecientes a cuatro cámaras funerarias, cada una orientada hacia uno de los rumbos de la tierra. Estas a la vez están comunicadas por medio de un vestíbulo central. Sin duda se trataba de entierros de gente social y económicamente importante en el lugar, testimonio de algún linaje notable en su organización jerárquica. Este complejo tenía muros y pisos recubiertos con lodo pulido y algunas de las jambas de piedra conservan resto de color rojo.
Al caminar entre las piedras de antaño parte de adoratorios, uno imagina al gentío, a los nativos de aquellos años precolombinos, en sus ceremonias, fiestas y rituales, propagándose su canto, su lengua y su música por toda la orilla del lago, entonces rica en flora y fauna, cual pequeño edén terreno.
Cómo llegar:
Esta zona arqueológica se localiza en el municipio de Cuitzeo del Porvenir. Se encuentra a 30 kilómetros de la ciudad de Morelia, Michoacán y se llega a ella por la carrera Morelia-Cuitzeo-Salamanca.
Información del sitio:
Visitas guiadas
Precio de entrada $ 24.00 pesos.
Entrada gratuita los domingos y días festivos, así como a menores de 12 años, ancianos, profesores y estudiantes nacionales con credencial. EL sitio aún no cuenta con servicios al público.
Días de visita. De lunes a domingo de 10:00 a 17:00 horas
Texto: Arqueólogo. J. Arturo Oliveros.
Responsable de la zona: Luis Ramos Pintor.
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