Hace su penúltima parada la caravana del Fuego Viejo; arriba hoy a Nahuatzen
• Partió la mañana de ayer de Tiríndaro multiplicada por gran número de jóvenes
Martín Equihua.
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Rancho El Pino, Nahuatzen, 30 de enero.- La caravana del Fuego Viejo recorrió ya 100 kilómetros y durmió en este pequeño poblado de trabajadores de la madera. Hoy jueves será recibida por Cargueros y la comunidad sede de la celebración, quienes extinguirán el fuego que volverá a encenderse hasta la noche de mañana viernes primero de febrero, día en que se espera la visita de miles que, a su modo, se identifican con la cultura purépecha.
El séquito del fuego partió por la mañana de ayer de Tiríndaro, multiplicada por muchos jóvenes que le dieron vitalidad, pero que hizo que alguien recordara aquella enseñanza de juntar, para arrastrar el arado, a un buey viejo con uno nuevo, para encontrar el balance justo de arrojo y templanza, que sería clave triunfal para las acciones comunes de la vida.
El contraste en la travesía es insoslayable. Desde la apatía de Angamacutiro, Panindícuaro o Villa Jiménez, hasta la hospitalidad y solemnidad purépecha de Tarejero, Tiríndaro y Naranja, o la anfitrionía de La Mojonera o rancho El Pino, donde entrada la tarde de ayer se recibió a los enterregados caminantes con porras, confeti, alfombras de huinumo y pendones de florecillas diversas y piñas de pino.
En un descanso obligado al pie de un ojo de agua, los caminantes hacen un recuento de las historias que vienen deshilvanando sobre llanos y montañas, desde el desecado lago de Zacapu con cuyas aguas se quiso perpetuar la bonanza productiva de las haciendas, hasta la experiencia de Mario Gaspar, el artista patzcuarense a quien Benedicto XVI le encargó que transmitiera una bendición para los artesanos michoacanos, pasando por la devastación inocultable de bosques, que lleva a algunos a bromear diciendo que el imponente cerro El Pilón podría pronto convertirse en “el pelón”.
Pero si algo levantó el ánimo –por si alguna vez decayó– fue la recepción en Tarejero, la tarde del martes, donde una banda tocó El triunfo de Leco –que se ha convertido en una especie de himno– en una ceremonia encabezada por autoridades civiles, agrarias y tradicionales. Recorrieron el pueblo y escucharon la explicación sobre los fuertes construidos en tiempos de los cristeros. Después, estas mismas autoridades entregaron la caravana en los polvorientos linderos de Tiríndaro a sus pares de este otro pueblo, y desde entonces, la solemnidad, la fiesta y el cansancio van en ascenso.
No llega recurso a nuestros pueblos: autoridad de Naranja
El jefe de tenencia de Naranja de Tapia, Israel Rosas Magallanes, asegura que su comunidad se está uniendo a Tarejero y Tiríndaro para saber qué ha pasado con “los recursos del gobierno federal que cada año mandan para comunidades indígenas, porque a nosotros no nos ha llegado nada”.
Las necesidades del pueblo son de todo orden. Falta agua, ampliación de drenaje, luz, becas para estudiantes y mucho más, por eso “no estamos para pelear, sino para trabajar”.
Pero sobre todo, dice, falta respeto, pues hace unas semanas, el presidente municipal de Zacapu lo quiso destituir con un cese fulminante que entraría en automático, una vez que leyera la notificación, pero se le revirtió al edil porque olvidó que a las mal llamadas autoridades auxiliares, en realidad las nombra o destituye su comunidad. Tuvo que recular, y ahora el jefe de tenencia sigue en funciones, con la representación necesaria para agasajar a los andantes del fuego.
Por la noche, en torno del bracero que porta el fuego simbólico, una veintena de niños interroga a los cargueros sobre el significado de cada símbolo. Y la charla se prolonga.