El tema, es espinoso de por sí, sin embargo, si siempre estaremos dándole largas, será más difícil tratar de ir hilando las ideas, es por eso, que ya encarrerada en esto, haré un esfuerzo por continuar haciendo algunas propuestas de reflexión, siempre en el buen ánimo de provocarla en otros, e incluso, discusión, que nos pueda llevar a clarificar pensamientos, eso sí, con el mayor respeto posible.
Ayer leí que tatá Javier Mellápeti, externó nuevamente algunas ideas que me interesa retomar de entrada. Básicamente él, aprueba tácitamente la música tal como se esté haciendo en este momento en la comunidad P’urhépecha, anteponiendo por encima de todo el hecho de que se componga, se cante, se difunda y ya. Enfatiza que lo importante es el uso y manutención de la lengua por sobre todas las cosas, ante lo que yo, estoy de acuerdo. La lengua debe cantarse, debe hablarse, leerse, debe “discursarse” en todos los ámbitos de vida comunitaria e incluso, fuera de él, como puede ser en la vida institucional y otros, pero aquí, no me quiero desviar del tema. El compañero habló de la enorme añoranza que tienen todos nuestros hermanos que viven lejos de sus orígenes, por necesidad, y que, su gusto estando por allá, es escuchar al menos nuestra música, sea como sea interpretada; entiendo desde ese punto de vista, que tiene razón, solo que, también entró en contradicción y me quedó impresión de que no me leyó bien o me interpretó mal, cuando redujo la idea a que son felices bailando, solo que yo hablé de escuchar, no de bailar, son cosas distintas y no hay que confundir.
Me explico: dije que la pirékua de hace unos 50 años, era propia para escucharse, no para bailarse, por esa razón, había mucha composición en rítmica de 3/8 que es la forma más lenta de cantar o tocar (similar a un vals en ¾). Los abajeños, tuvieron su auge unos años después.

En la foto: Tatá Ignacio Marquez. Piréri. Grupo Xamoneta. Archivo Purepecha.org
Incluso me atrevo a afirmar que los sones antiguos -también llamados sonecitos- la gente en general, ya no sabe bailarlos, porque desconoce esa rítmica zapateada, y cuando se baila, solamente se “valsea” tanto por hombres como por mujeres, incluso quitándole un tiempo a la ejecución y llevándolo a un solo cambio de pie en dos tiempos, lo que ha “empobrecido” notablemente las formas de ejecución bailada. En mi opinión como maestra de danza, esa simplicidad de ejecución, se percibe claramente en la gente más joven e incluso los niños, que han perdido en mucho, su sentido rítmico y su sentido auditivo (cada vez se canta con mayor desafinación en voces). Ahora, los vemos en un baile popular, moverse como una gran masa de un lado a otro; son raros aquéllos que logran ejecuciones más elaboradas en pisadas y movimiento.
Es escasísimo el repertorio de danzas que aún conserven esa rítmica, siendo la más socorrida actualmente la de abajeño de 6/8, en donde también ha habido una terrible simplificación de zapateo triple (como si fuera son mexicano solamente: un, dos, tres, un, dos tres….), textualmente esto es un poco difícil explicarlo, pues es mas visual.
Afortunadamente hay algunas comunidades P’urhépecha que si mantienen formas más complejas de zapateo de 6/8 como puede verse aún en San Felipe de los Herreros, en Charapan, en Pamatácuaro o Sicuicho, Parangaricutiro o Calzontzin, Nurío, en fin….muchas aún! Se ven y escuchan las pisadas con 6 tiempos, con contrapuntos maravillosos y eso, es lo que le da la gran riqueza a la ejecución, ese contrapunteo que luego vamos escuchando en las guitarras acompañantes de los piréris.
Justamente todo eso, puede verse reflejado en los pies de un excelente bailador o danzante. Pero también podemos ver algunas danzas que habiendo simplificado de esa manera su forma de ejecutar, resultan hasta monótonas porque van y vienen bailando el mismo abajeño por horas enteras, sin ningún cambio. Eso ha pasado mucho con danzas de viejos navideños. Seguramente dirán que me he desviado completamente del tema, más no es así. Veo necesario esta parte explicativa de las formas danzarías, porque nos pueden llevar a entender mejor el porqué de las formas compositivas en la música que es cantada no solo bailada.
Uso otro ejemplo: cuando yo conocí el ritmo de la Cumbia que nos llegó de Colombia a México, hace ya muchos años, me maravilló la manera tan delicada de ejecución, un baile sinuoso, lento, muy elegante, de gran galanteo de pareja, la música con base al acordeón y el canto, era nada acelerada, por eso permitía esa forma de expresión bailada: Pronto fue adoptada en nuestro país, ¡gustó. Ah! Pero ¿qué hicieron las televisoras en su tiempo? Era música de moda, se tocaba en todos los programas de rating, y aparecían unas monas semi desnudas retorciéndose sin ton ni son, simplemente para explotar lo lasivo del asunto. Por necesidad, le fueron aumentando cada vez velocidad al ritmo y las monas esas, tenían que retorcerse cada vez más rápido, dejando de bailar y convirtiendo aquello en una sola exhibición de cuerpos. De la belleza de la cumbia, no quedó nada, pero la gente, adoptó ese disque estilo en su gusto popular. La cumbia entró y afecto mucha de la música en México y la encontramos reflejada de pronto en sonecitos tzeltales o tzotziles, Uirráricas o rarámuris, por todos los confines de nuestro país, igual que en su tiempo allá a finales del siglo XIX entrara la polka europea.
Bueno, regreso a la pirekua. Al escuchar el son más antiguo registrado de nuestra música, también en el siglo XIX, T’amu joskua (cuatro estrellas), y que citó Vicente Riva Palacio en su obra México a través de los siglos, encontramos un texto profundamente filosófico, bellísimo, de autoría anónima. Por suerte, también quedó registrada la partitura musical lo que ha permitido analizar la pirekua desde variadas vertientes. Musicalmente es un son de 3/8 excelentemente estructurado, que nos permite observar la forma compositiva. Dejo aquí como parte final de esta entrega el texto y la traducción que el Centro de Cultura P’urhépecha hizo en su tiempo:
“T’AMU JOSKUECHA”
Juchíti mintsíta mamaru ambé miántasïndi
t’amu joskuechani eránguapariani
eŋa tsïma meremerénarhipajka.
i mendárusksï mentku isï andároti
ka ji ekini niúaka mentku k’amároka
ka no meŋi k’uaŋátsiaka
niráni, niráni, jinatini niráxaka
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Iontki anapu unskata/Composición antigua
(la traducción la dejamos a libertad de todos los hablantes de la lengua).
Meiamukua.