Por: Naná Rocío Próspero Maldonado.
Se presentaron tres grupos de pireris, pero no hubo necesidad de más, ellos, tenían repertorio seguro para varios días si se les hubiera pedido. Así de buenos. Los problemas que siempre hay en un foro con los equipos de sonorización, fueron el limitante para un mejor desempeño; sin embargo, la actividad se logró de muy buena manera.
Muy grato, volver a escuchar como dueto a Filemón y Victoriano Sebastián, acompañados por Javier Cruz, que son quienes integran actualmente al trío Chapas de Comachuén. Si que se evoca y -se seguirá evocando- a Tatá Ismael Bautista (†), quien fuera el motor del trío por muchos años, sin embargo, debo decir que personalmente me sorprendió Filemón, porque además de mantenerse con su impecable requinteo, lo escuché cantar con mucho aplomo, haciéndonos vibrar con las bellas pirekuas de hace más de 30 años: Barrio de San Francisco, Consuelito, Chabelita, Espuelita, etc, cantando a dúo con la delicada y aguda voz de Vitu ¡qué bien que se han unido otra vez, enhorabuena para éstos excelentes pireris! Y sobre todo, para quienes tengamos el gusto y privilegio de seguirlos escuchando.
Los Chapas alternaron con el dueto “el jilguero y el gorrión” de Tarecuato, Juan Pablo Ruíz y Jesús Blas, acompañados por un compañero del que no obtuve su nombre – disculpas- que tocó un bajo eléctrico. Llevó un buen rato conectar y hacer sonar el bajo por problemas técnicos, confusiones con el cablerío. Cuando al fin cantaron, fue muy grato escuchar las voces igual que hace ya, muchos años atrás: nítidas, brillantes, buena afinación, cantando pirekuas muy evocadas. En mi opinión, creo que hasta sale sobrando el bajo, que además al ser eléctrico, su volumen era fuerte y los errores de ejecución son más nítidos y audibles, por ejemplo al irse a un tono equivocado, lo que hace que la ejecución se desvirtúe; realmente el dueto solo, es más que suficiente y buenísimo. Vino un tercer grupo de Tarecuato, los Jilgueros con Isidro Blas, Juan Pablo Ruíz en las voces y dos guitarras, asi como el hijo de Isidro, Jesús Blas con el tololoche (o contrabajo). Noche evocativa de juventud, porque volvimos a escuchar también sus bellas pirekuas, con sus peculiares requinteos propios de estos grupos de Tarecuato.
Vino a mi memoria un muy buen amigo de allá, Isidro Manzo Cayetano(†) que falleciera muy joven, siendo aún estudiante de la carrera de etnolinguística en Pátzcuaro, y a su inolvidable maestro, el antropólogo Agustín García Alcaraz, con quienes compartímos noches y noches de pirekuas y platicas interminables. Los Jilgueros, siguen siendo muy buenos también. El tololoche, tenía una excelente sonoridad y el jovencito tocó muy bien, cuadrado, rítmicamente a la música. Supe que ambos grupos de Tarecuato, son de la misma parentela y en otro tiempo, miembros del mismo grupo de pireris, pero en el tiempo se dividieron, lo que suele suceder frecuentemente en el gremio, aunque en este caso, fue para bien afortunadamente.
Al termino de ésta primera parte, considero necesario volver a felicitar a los organizadores, porque tuvieron el tino de darles su lugar a tres grupos que merecen y tienen todo el reconocimiento como pireris en el territorio P’urhepecha, pensándolo a propósito del mal logrado nombramiento patrimonial que la UNESCO otorgó a la pirekua P’urhepecha, en el año de 2010 y que a la fecha, no se ve ningún beneficio directo por parte del Gobierno del estado ni federal, a grupos tan buenos como éstos tres. En Pichátaro el público estuvo conformado básicamente por gente vecina del propio pueblo y de comunidades como Comachuén, Tingambato, Turícuaro, Sevina, Nahuatzen, Cherán y otros, no fue evento folkloroide convocado para turistas.
De pronto, sonaba la banda Bit de Tingambato yendo en procesión con la cera rumbo a la iglesia, tocando marchas y sones como ellos bien saben hacerlo con su director el Dr Eliseo Cortés Jiménez.
En la segunda parte del programa subió la orquesta antigua de Quinceo, que ahora apareció con diez integrantes: dos violines, dos clarinetes, un sax, el trombón de Eleuterio Crisóstomo, una vihuela rasgada por un niño, violoncello y el infaltable bajo de Cecilio Crisóstomo, quienes a pesar de la ausencia física del querido maestro tata Pancho Salmerón (†), lo hicieron regresar al foro con su bella música de sones y abajeños. Enorme alegría el ver y escuchar a éstos músicos fieles a la profesión, que se mantienen contra viento y marea, firmes en su magnífica forma de interpretación sin aspavientos ni aceleres, solo ¡bien tocado! El público a esa hora ya pedía sus favoritos y aún con una tremenda tormenta que tata janikua nos mandó, así como saben caer en Chátaro, los ánimos estaban muy caldeados y no pudimos resistir el pararnos a bailar varios de los presentes. Se anunció a la orquesta Tata Vasco de Santa Fe de la Laguna y para cerrar, nuevamente los Chapas de Comachuén. La orquesta interpretó conocidos abajeños que manejan en su repertorio, pero era ya noche, y por desgracia tuvimos que salir en medio de la pertinaz lluvia, después de haber tenido una exquisita noche musical, gracias a los vecinos de Pichátaro. Felicidades y un agradecimiento a los organizadores y a las autoridades tradicionales, por la invitación.